El reto diario de vivir un ritmo frenético con un cuerpo que no siempre le sigue
Veamos cómo te suena esto.
Vivo metido en una carrera sin fin.
No acaba nunca.
Parezco un hámster en su rueda, corriendo como pollo sin cabeza, apretando más y más, haciendo aún más.
Pero el cuerpo no sigue el paso.
Y la sociedad aún pide más.
Y tú mismo/a… te pides aún más.
No puedes permitirte parar.
Si paras, pierdes el tiempo.
No produces. No vales.
Y además, quien tienes cerca te sobrepasará.
No puedes dejar de sostener ese ritmo demencial.
Cualquier error, traspiés o fallo equivale a ser un fracaso.
Y si fracasas, sales de la ecuación.
Y fuera… no hay presente.
No hay futuro.
No hay opción.
No eres nada en la nada.
¿Te suena?
Pues así está mucha gente.
Así llegan muchas personas a consulta.
Así viven muchas otras sin llegar nunca.
Y no, no es debilidad.
Es saturación.
Es agotamiento.
Es un cuerpo que no falla, sino que protege.
La ansiedad, el insomnio, la irritabilidad, la desconexión… no son errores.
Son señales.
Son mensajes que el cuerpo lanza cuando el ritmo externo supera la capacidad interna.
No estás roto. Estás saturado.
Y eso también se puede trabajar.
¿Y si empezamos a escuchar al cuerpo antes de que grite?
¿Y si el problema no eres tú, sino el ritmo?
Esta newsletter nace para eso.
Para pensar el malestar cotidiano.
Para sostener lo que pesa.
Para acompañar lo que no se ve.
Esto también lo vemos en consulta.
Y también se puede sostener.
Gracias por leer.
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